Cómo ver las Perseidas (Lágrimas de San Lorenzo) en Ibiza y Formentera
La lluvia de las Perseidas (popularmente conocidas como Lágrimas de San Lorenzo) constituye uno de los espectáculos astronómicos más esperados todos los veranos. En Ibiza y Formentera será posible disfrutar de su contemplación en numerosos lugares apartados de los núcleos urbanos y sin necesidad de instrumental alguno. La AAE te explica cómo disfrutar de este fenómeno natural:
¿Cuándo verlas?
Durante las noches del 12 y el 13 de agosto, según el Instituto Geográfico Nacional (IGN), se producirá el momento óptimo para observar este fenómeno natural, aunque varias noches antes y después de esas fechas seguirán siendo válidas para disfrutar de las Perseidas. Este año este espectáculo se verá favorecido por la práctica ausencia de Luna (su brillo no es sino una fuente de contaminación lumínica), lo que permitirá contemplar la lluvia de estrellas en todo su esplendor, siempre y cuando el cielo no esté nublado.
¿Dónde verlas?
Para ver esta lluvia de estrellas hay que alejarse de las ciudades y otras fuentes de contaminación lumínica, pues la luz artificial ‘borra’ las estrellas del firmamento y mengua considerablemente el brillo de aquellas que se ven. En Ibiza y Formentera, eso significa huir del casco urbano de Vila y la zona del aeropuerto. Lo ideal es la mitad norte de la isla de Ibiza o casi cualquier sitio de Formentera. No es preciso ascender a ninguna montaña o acceder a parajes complicados; basta con disponer de una amplia porción de cielo sobre nuestras cabezas.
¿Qué se necesita para verlas?
Las Perseidas, como cualquier otra lluvia de estrellas, no pueden ser observadas ni con telescopio ni con prismáticos, dado que los astros aparecen repentinamente de la nada, en lugares impredecibles, y su trazo apenas dura entre uno y tres segundos. Por tanto, lo único que se necesita son nuestros propios ojos. Situarse cómodamente tumbado en el suelo, o al menos sentado, es la mejor forma de disfrutar de las Lágrimas de San Lorenzo.
¿Hacia dónde hay que mirar?
Las Perseidas se llaman así porque estas estrellas fugaces parecen ‘salir’ de la constelación de Perseo. Ahí está el foco en el que se originan. Pero eso no significa que allí sean más visibles. Por el contrario, se pueden ver en toda la bóveda celeste, pero siempre siguen tal dirección que parecen haber surgido de Perseo. Por tanto, lo más práctico sería ponerse de espaldas a Perseo y esperar a que vayan apareciendo ante nuestros ojos.
¿Cuántas estrellas se pueden ver por hora?
Ante cualquier lluvia de estrellas, los astrónomos siempre ofrecen una previsión de meteoros por hora, es decir, el número de estrellas fugaces que pueden observarse, de media, cada hora. Pero no dejan de ser estimaciones que a menudo están por encima de la realidad. Se calcula que este año las Perseidas pueden generar los 200 meteoros por hora, según el Instituto Geográfico Nacional, pero incluso con la mitad de esa cifra el espectáculo está garantizado. No es una caída continua de estrellas, pero sí una aparición muy frecuente.
¿Qué son exactamente estas estrellas fugaces?
Las Perseidas son una lluvia de estrellas fugaces y, como tales, son minúsculos granos de arena o gravilla (aunque a veces pueden ser más grandes) que penetran en nuestra atmósfera desde el espacio exterior y, dada la alta velocidad a la que lo hacen, se incendian y por eso brillan tanto. Se apagan tan pronto como se han desintegrado.
Esa gravilla espacial ha sido generada por el cometa 109P/Swift-Tuttle, que orbita la Tierra una vez cada 133 años y en su viaje va ‘soltando’ pequeñas partículas que quedan flotando en el espacio. Cada vez que la Tierra cruza esas partículas, muchas de ellas caen a nuestra atmósfera y generan las Perseidas. Es decir, lo que vemos brillar en el cielo son trocitos de ese cometa que han ido quedando atrás en su viaje por el espacio.
¿Por qué se las conoce también como Lágrimas de San Lorenzo?
Según la tradición, San Lorenzo (cuya festividad se celebra precisamente el 10 de agosto) fue martirizado siendo quemado vivo en una parrilla. Por ello, esos destellos que cruzan el cielo han sido interpretados por la tradición cristiana como las lágrimas incandescentes del santo en el momento de su martirio.